jueves, 5 de mayo de 2011

DIA DE LA MADRE EN GUATEMALA



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Las primeras celebraciones del Día de la Madre se retrotraen a la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades.






La Encyclopædia Britannica dice: “Una fiesta derivada de la costumbre de adorar a la madre en la antigua Grecia. La adoración formal a la madre, con ceremonias a Cibeles, o Rea, la Gran Madre de los Dioses, se ejecutaba en los idus de marzo por toda Asia Menor” (1959, tomo 15, pág. 849).




Igualmente los romanos llamaron a esta celebración La Hilaria cuando la adquirieron de los griegos y se celebraba el 15 de marzo en el templo de Cibeles y durante tres días se hacían ofrendas.





Una de las Ceremonias que se desarrollaban en la antigua Roma coincidiendo con la llegada de la Primavera era el ritual del «corte del árbol».

El mito cuenta que los dioses del Olimpo decretaron la castración de Cibeles (representada como un ser andrógino). 


De su sangre nació un árbol de granada con un sólo fruto. Nana, hija de un dios fluvial, lo tomó sobre su seno y la granada desapareció fecundando a la princesa. 


De dicha fecundación nació Atis, y Cibeles se enamoró de él; cuando este hijo divino se enamoró a su vez y decidió abandonarla, la diosa, el mismo día de su boda, lo volvió loco y lo empujó a castrarse. Atis murió desangrado y de su sangre nacieron las violetas.




El ritual en memoria de este mito se efectuaba cerca del equinoccio de primavera: empezaba el 15 de marzo, en el almanaque lunar era el día de plenilunio y culminaba en los días del pasaje del sol desde el zodiaco meridional hacia el septentrional, sobre la línea del ecuador celeste al momento de su unión con la Luna. Este vínculo entre la luna llena y el sol triunfante se encuentra en el Museo Vaticano: Atis está representado con el gorro frigio, adornado con una media luna y rayos de sol.

El día 15 marcaba el comienzo de un período de purificación en el que estaban prohibidos los alimentos considerados más terrestres, por ejemplo el ajo (que crece bajo tierra) y el cerdo.

Las Tristia se festejaban el día 22 y se celebraba en ellas la pasión y muerte de Atis. Los sacerdotes cortaban un pino, simbólicamente el falo de Atis; se llevaba el árbol al templo y se envolvía con vendas de lana adornadas de violetas en recuerdo de la sangre de Atis. 


Al día siguiente sonaban las trompetas; el día 24, llamado «sanguem», los sacerdotes se desgarraban los hombros y los brazos con cuchillos y la espalda con látigos. 


Flautas, timbales, matracas y tambores acompañaban la danza chamánica y el «Arcigalo», el gran sacerdote, se podía castrar y recibía la sangre de un toro, ceremonia similar a la de Mitra.

Las Hilaria se celebraban el 25 de marzo, conmemoración de la resurrección de Atis y su regreso al seno de la gran Madre.






 Decían que su tumba se abrió mágicamente y el dios renació. El sacerdote ponía un bálsamo sobre los labios de los neófitos que lloraban y susurraba la buena nueva de que ellos también podían triunfar sobre la muerte.

San Agustín y San Cipriano afirmaban que la primera Pascua cayó el 25 de marzo, fecha de la creación del mundo y de la concepción de Cristo.

Los primeros cristianos transformaron estas celebraciones en honor a la Virgen María, la madre de Jesús. 


En el santoral católico el 8 de diciembre se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, fecha que se mantiene en la celebración del Día de la Madre en algunos países como Panamá.




En Inglaterra hacia el siglo XVII,estas celebraciones habrían sido adaptadas para venerar a la Madre de Cristo, la Virgen María, dándole forma a una celebración que es más parecida a la moderna. 


La gente asistía a la iglesia con ofrendas y hacia finales del siglo XVI, se comienza a conmemorar el llamado “Mothering Sunday” o “Domingo de servir a la Madre”.




 Los niños concurrían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus progenitoras.



En este día, se acostumbraba dar permiso, con derecho a pago, a los que trabajaban en casas de familias ricas para que visitaran a sus progenitoras. 


Con el paso del tiempo, esta festividad se afianzó y se le fueron agregando otros ingredientes como, por ejemplo, una torta especial denominada “servir a la madre”.











En Estados Unidos, en cambio, la celebración tiene sus orígenes hacia 1872, cuando Julia Ward Howe, autora del Himno de batalla de la República, sugirió que esa fecha fuera dedicada a honrar la paz, y comenzó celebrando cada año encuentros en la ciudad de Boston, Massachusetts en celebración del Día de la Madre.




Este hecho aislado se vio acompañado por la inicitiva de una joven, Anna Jarvis, hija de Anna Reeves Jarvis,
 una activista comunitaria de Virgina Occidental, que hacia 1858 tuvo activa participación en la organización de las mujeres para trabajar en la mejora de la sanidad pública en las comunidades apalaches durante la Guerra Civil Estadounidense, colaborando también en el cuidado de los heridos de ambos lados de la contienda y, más tarde, organizando reuniones para que los antiguos enemigos se integraran y confraternizaran.




Anna Jarvis a los 41 años era muy apegada a su madre cuando ella murió en 1905 en Grafton, West Virginia. 


Junto con su hermana ciega, Elisinore, sintió una gran pena con su pérdida. Entonces Anna se dio cuenta de que los niños usualmente no demostraban el aprecio a sus madres mientras aún vivían y decidió hacer algo. 


Tenía la esperanza de que un Día de la Madre estimulara el respeto por los padres y fortaleciera los lazos familiares.

Dos años después, en 1907, y con la ayuda de sus amistades, Anna comenzó una campaña por correo para tener el apoyo de ministros influyentes, hombres de negocios y congresistas para declarar oficialmente como festivo el Día de la Madre.

Como resultado de sus esfuerzos el primer Día de la Madre fue reconocido en una ceremonia religiosa el 10 de mayo de 1908 honrando a Mrs. Reese Jarvis, en Grafton, West Virginia, y en Filadelfia, Pennsylvania. 





Las flores favoritas de la señora Jarvis eran los claveles, que se utilizaron para adornar la ceremonia. 


Desde entonces los claveles rojos se convirtieron en el símbolo de las madres con vida, y los claveles blancos en el símbolo de las madres que ya partieron.




La primera proclamación del Día de la Madre la hizo el gobernador de West Virginia en 1910. Oklahoma también celebró a la madre ese año.


 Hacia 1911 este día especial se celebraba en cada estado y en lugares como México, Canadá, China, Japón, Sudamérica y África. 


En diciembre de 1912 se creó la Asociación del Día Internacional de la Madre con el propósito de promover el reconocimiento internacional del Día de la Madre.


En 1914, el proyecto se hizo realidad cuando el presidente norteamericano Woodrow Wilson firmó un decreto proclamando este día como fiesta nacional en todo el país.

Más tarde otros países se adhirieron a esta iniciativa y pronto Ana pudo ver que más de 40 países del mundo celebraban el Día de la madre en fechas similares, aunque, no en todos se celebrase en la misma fecha. 


Así, en la mayoría de países de Europa se celebra el Primer domingo de mayo, como en Estados Unidos. Pero en algunos países de Latinoamérica, la fecha varía de acuerdo a acontecimientos locales.

Por ejemplo, en México es el 10 de mayo gracias a la instancia del periodista Rafael Alducín en el periódico “Excelsior” del 13 de abril de 1922; en Nicaragua se escogió el 30 de mayo, porque en dicha fecha se celebraba el cumpleaños de Casimira Sacasa, madre de la esposa de Anastasio Somoza; en Argentina lo celebran el tercer domingo de octubre.



Sin embargo, la festividad impulsada por Ana Jarvis comenzó a mercantilizarse, de manera tal que se desvirtuaba el origen de la celebración.


 Esto motivó a que Ana presentara una demanda, en 1923, para que se eliminara la fecha del calendario de festividades oficiales. 




Su reclamo alcanzó tal envergadura, que hasta fue arrestada por disturbios durante una reunión de madres de soldados en lucha, que vendían claveles blancos, el símbolo que Jarvis había impulsado para identificar la fecha.

Ana luchó con insistencia contra la idea que ella misma había impulsado, perdiendo todo el apoyo de aquellos que la acompañaran inicialmente. En un reportaje que le hicieron antes de su muerte Ana mencionó su arrepentimiento por haber impulsado el Día de la Madre.










El Día de la Madre se celebra en Guatemala el 10 de mayo de cada año.






A este respecto, hubo peticiones a través del diario El Imparcial de 1922 para que se celebrara el “Día de las Madres” en la misma fecha que se hacía en México, pero la moción sólo tuvo eco en la década de 60, cuando por decreto presidencial dictado por Julio César Méndez Montenegro y en donde se asigna un día especial para celebrar a todas las madres guatemaltecas.






El origen de esta celebración converge por un lado, con los festejos religiosos católicos que se realizan, durante este mes, en honor a la Virgen María, Madre de Jesús; por el otro, con las fiestas de la primavera en el hemisferio norte, donde se celebra a las flores. Por eso se dice que mayo es el mes de las flores.
















Pero, ¿ cómo se celebra el día de la Madre en Guatemala?



Pues bien, la celebración se inicia aproximadamente a mediados del mes de abril, cuando los medios de comunicación lanzan una embestida brutal anunciando los regalos que, según ellos, más le convienen a mamá...


Esta propaganda se acrecienta recién llegado el mes de mayo y  se empiezan a sugerir otro tipo de actividades también.





Los  colegios privados  y las escuelas e institutos públicos empiezan a ensayar actos culturales donde los pequeños y los adolescentes mostrarán a sus progenitoras  muchas de sus cualidades  histriónicas.







Al mismo tiempo, se realizan trabajos manuales que serán entregados a las madres el día del evento.




Llegado éste, es costumbre, dentro de la comunidad católica ofrecer a las madres un servicio religioso.



En esta fecha, son los arreglos florales los que tienen más demanda y oscilan entre lo caro y lo recontra caro, pero bien vale la pena el esfuerzo..




Otro segmento de la población opta por dar regalos costosos




Muchos prefieren decirlo con palabras y  envían sentidas tarjetas proclamando  el amor a su madre a los cuatro vientos





Quienes cuentan con suficientes recursos económicos, pueden darse el lujo de invitar a su viejita a cenar opíparamente en un buen restaurante.



Sin embargo, digo yo



Otros rinden homenaje a sus mamás llevándoles serenatas con mariachis o las llevan a conciertos de marimba






Finalmente, a quienes ya no la tenemos  sólo nos queda depositar un ramo de rosas rojas junto a su tumba


 y llorar su recuerdo







Dejo a ustedes un poema del insigne literato guatemalteco, nuestro premio Nobel de Literatura, Miguel Angel Asturias, llamado ES EL CASO DE HABLAR, que seguramente será recitado en casi todos los actos dedicados a esa gran mujer, NUESTRA MADRE.




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