El Día de Todos Los Santos es una tradición católica instituida en honor de Todos los Santos, conocidos y desconocidos, según el papa Urbano IV, para compensar cualquier falta a las fiestas de los santos durante el año por parte de los fieles.
En los países de tradición católica, se celebra el 1 de noviembre; mientras que en la Iglesia Ortodoxa se celebra el primer domingo después de Pentecostés; aunque también la celebran las Iglesias Anglicana y Luterana.
En ella se venera a todos los santos que no tienen una fiesta propia en el calendario litúrgico. Por tradición es un día festivo, no laborable.
La Iglesia Primitiva acostumbraba celebrar el aniversario de la muerte de uno, Paul mártir en el lugar del martirio.
Frecuentemente los grupos de mártires morían el mismo día, lo cual condujo naturalmente a una celebración común.
En la persecución de Diocleciano el número de mártires llegó a ser tan grande que no se podía separar un día para asignársela. Pero la Iglesia, sintiendo que cada mártir debería ser venerado, señaló un día en común para todos.
La primera muestra de ello se remonta a Antioquia en el Domingo antes de Pentecostés.
También se menciona lo de un día en común en un sermón de San Efrén el Sirio en 373.
En un principio solo los mártires y San Juan Bautista eran honrados por un día especial. Otros santos se fueran asignando gradualmente y se incrementó cuando el proceso regular de canonización fue establecido; aún, a principios de 411 había en el Calendario Caldean una “Commemoratio Confessorum” para el viernes de los cristianos orientales.
En la Iglesia de Occidente el papa Bonifacio IV, entre el 609 y 610, consagró el Panteón en Roma a la Santísima Virgen y a todos los mártires, dándole un aniversario.
Gregorio III (731-741) consagró una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los Santos y arregló el aniversario para el 1 de noviembre.
Gregorio IV extendió la celebración del 1 de noviembre a toda la Iglesia, a mediados del siglo IX.
Conmemoración de los Fieles Difuntos
La Conmemoración de los Fieles Difuntos, popularmente llamada Día de Muertos o Día de Difuntos, es una celebración cristiana que tiene lugar el día 2 de noviembre, cuyo objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y, especialmente, por aquellos que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.
La celebración se basa en la doctrina de que las almas de los fieles que al tiempo de morir no han sido limpiadas de pecados veniales, o que no han hecho expiación por transgresiones del pasado, no pueden alcanzar la Visión Beatífica y que se les puede ayudar a alcanzarla por rezos y por el sacrificio de la misa.
Ciertas creencias populares relacionadas con el Día de los Difuntos son de origen pagano y de antigüedad inmemorial.
Así sucede que los campesinos de muchos países católicos creen que en la noche de los Difuntos los muertos vuelven a las casas donde antes habían vivido y participan de la comida de los vivientes.
Algunos elementos de las costumbres relacionadas con la víspera del Día de Todos los Santos se remontan a una ceremonia druídica de tiempos precristianos. Los celtas tenían fiestas para dos dioses principales:
Un dios solar y un dios de los muertos (llamado Samhain), la fiesta del cual se celebraba el 1 de noviembre, el comienzo del año nuevo celta.
La fiesta de los difuntos fue gradualmente incorporada en el ritual cristiano
Por tanto, estas celebraciones en realidad comenzaron como una fiesta para honrar a personas que, debido a su maldad, habían sido destruidas por Dios en los días de Noé. (Gén. 6:5–7; 7:11.)
La práctica religiosa hacia los difuntos es sumamente antigua. El profeta Jeremías en el Antiguo Testamento dice:
«En paz morirás.
«En paz morirás.
Y como se quemaron perfumes por tus padres, los reyes antepasados que te precedieron, así los quemarán por ti, y con el «¡ay, señor!» te plañirán, porque lo digo yo — oráculo de Yahveh» (Jeremías 34,5).
A su vez en el libro 2° de los Macabeos está escrito: «Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados» (2 Mac. 12, 46).
A su vez en el libro 2° de los Macabeos está escrito: «Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados» (2 Mac. 12, 46).
En los primeros días de la Cristiandad se escribían los nombres de los hermanos que habían partido en la díptica ( Conjunto formado por dos tablas plegables, con forma de libro, en las que la primitiva Iglesia acostumbraba anotar en dos listas pareadas los nombres de los vivos y los muertos por quienes se había de orar).
Después, en el siglo sexto, era costumbre en los monasterios benedictinos tener una conmemoración de los miembros difuntos en Pentecostés.
En España, en tiempo de San Isidoro (m. 636), había un día semejante el sábado antes de la Sexagésima
( El sexagésimo día antes del Domingo de Pascua - Domingo segundo de los tres que se contaban antes de la primera de Cuaresma) o antes de Pentecostés.
( El sexagésimo día antes del Domingo de Pascua - Domingo segundo de los tres que se contaban antes de la primera de Cuaresma) o antes de Pentecostés.
En Alemania existió (según el testimonio de Widukind, abad de Corvey, c. 980) una ceremonia consagrada a orar por los difuntos, el 1 de octubre. Esto fue aceptado y bendecido por la Iglesia.
San Odilo de Cluny (m. 1048) ordenó que se celebrara anualmente, en todos los monasterios de su congregación, la conmemoración de todos los fieles difuntos.
De allí se extendió entre las otras congregaciones de los benedictinos y entre los cartujos.
De las diócesis, Lieja fue la primera en adoptarla, bajo el obispo Notger (m. 1008). Se encuentra también en el martirologio de San Protadio de Besançon (1053-66).
El obispo Otricus (1120-25) la introdujo en Milán, el 15 de octubre.
La Iglesia Católica, ya desde la época de los primeros cristianos, siempre ha rodeado a los muertos de una atmósfera de respeto sagrado.
Esto y las honras fúnebres que siempre les ha tributado permiten hablar de un cierto culto a los difuntos: culto no en el sentido teológico estricto, sino entendido como un amplio honor y respeto sagrados hacia los difuntos por parte de quienes tienen fe en la resurrección de la carne y en la vida futura.
El cristianismo en sus primeros siglos no rechazó el culto para con los difuntos de las antiguas civilizaciones, sino que lo consolidó, previa purificación, dándole su verdadero sentido trascendente, a la luz del conocimiento de la inmortalidad del alma y del dogma de la resurrección; puesto que el cuerpo —que durante la vida es “templo del Espíritu Santo” y “miembro de Cristo” (1 Cor 6,15-9) y cuyo destino definitivo es la transformación espiritual en la resurrección— siempre ha sido, a los ojos de los cristianos, tan digno de respeto y veneración como las cosas más santas.
Este respeto se ha manifestado, en primer lugar, en el modo mismo de enterrar los cadáveres.
Puede verse, en efecto, que a imitación de lo que hicieron con el Señor José de Arimatea, Nicodemo y las piadosas mujeres, los cadáveres eran con frecuencia lavados, ungidos, envueltos en vendas impregnadas en aromas y así colocados cuidadosamente en el sepulcro.
En las actas del martirio de San Pancracio se dice que el santo mártir fue enterrado “después de ser ungido con perfumes y envuelto en riquísimos lienzos”; y el cuerpo de Santa Cecilia apareció en 1599, al ser abierta el arca de ciprés que lo encerraba, vestido con riquísimas ropas.
Pero no sólo esta esmerada preparación del cadáver es un signo de la piedad y culto profesados por los cristianos a los difuntos, también la sepultura material es una expresión elocuente de estos mismos sentimientos.
Esto se ve claro especialmente en la veneración que desde la época de los primeros cristianos se profesó hacia los sepulcros: se esparcían flores sobre ellos y se hacían libaciones de perfumes sobre las tumbas de los seres queridos.
LAS CATACUMBAS
En la primera mitad del siglo segundo, después de tener algunas concesiones y donaciones,los cristianos empezaron a enterrar a sus muertos bajo tierra. Y así comenzaron las catacumbas.
Muchas de ellas se excavaron y se ampliaron alrededor de los sepulcros de familias cuyos propietarios, recién convertidos, no los reservaron sólo para los suyos, sino que los abrieron a sus hermanos en la fe.
Andando el tiempo, las áreas funerarias se ensancharon, a veces por iniciativa de la misma Iglesia.
Es típico el caso de las catacumbas de San Calixto: la Iglesia asumió directamente su administración y organización, con carácter comunitario.
Con el edicto de Milán, promulgado por los emperadores Constantino y Licinio en febrero del año 313, los cristianos dejaron de sufrir persecución.
Podían profesar su fe libremente, construir lugares de culto e iglesias dentro y fuera de las murallas de la ciudad y comprar lotes de tierra sin peligro de que se les confiscasen.
Sin embargo, las catacumbas siguieron funcionando como cementerios regulares hasta el principio del siglo V, cuando la Iglesia volvió a enterrar exclusivamente en la superficie y en las basílicas dedicadas a mártires importantes.
Pero la veneración de los fieles se centró de modo particular en las tumbas de los mártires; en realidad fue en torno a ellas donde nació el culto a los santos.
Sin embargo, este culto especialísimo a los mártires no suprimió la veneración profesada a los muertos en general. Más bien podría decirse que, de alguna manera, quedó realzada.
En efecto: en la mente de los primeros cristianos, el mártir, víctima de su fidelidad inquebrantable a Cristo, formaba parte de las filas de los amigos de Dios, de cuya visión beatifica gozaba desde el momento mismo de su muerte.
Los fieles así lo entendieron y tuvieron siempre como un altísimo honor el reposar después de su muerte cerca del cuerpo de algunos de estos mártires, hecho que recibió el nombre de sepultura ad sanctus.
Por su parte, los vivos estaban también convencidos de que ningún homenaje hacia sus difuntos podía equipararse al de enterrarlos al abrigo de la protección de los mártires.
Consideraban que con ello quedaba asegurada no sólo la inviolabilidad del sepulcro y la garantía del reposo del difunto, sino también una mayor y más eficaz intercesión y ayuda del santo.
Así fue como las basílicas e iglesias, en general, llegaron a constituirse en verdaderos cementerios, lo que pronto obligó a las autoridades eclesiásticas a poner un límite a las sepulturas en las mismas.
FUNERALES Y SEPULTURA
Pero esto en nada afectó al sentimiento de profundo respeto y veneración que la Iglesia profesaba y siguió profesando a sus hijos difuntos.
De ahí que a pesar de las prohibiciones a que se vio obligada para evitar abusos, permaneció firme en su voluntad de honrarlos.
Y así se estableció que, antes de ser enterrado, el cadáver fuese llevado a la Iglesia y, colocado delante del altar, fuese celebrada la Santa Misa en sufragio suyo.
Esta práctica, ya casi común hacia finales del s. IV y de la que San Agustín nos da un testimonio claro al relatar los funerales de su madre Santa Mónica en sus Confesiones, se ha mantenido hasta nuestros días.
San Agustín también explicaba a los cristianos de sus días cómo los honores externos no reportarían ningún beneficio ni honra a los muertos si no iban acompañados de los honores espirituales de la oración:
“Sin estas oraciones, inspiradas en la fe y la piedad hacia los difuntos, creo que de nada serviría a sus almas el que sus cuerpos privados de vida fuesen depositados en un lugar santo. Siendo así, convenzámonos de que sólo podemos favorecer a los difuntos si ofrecemos por ellos el sacrificio del altar, de la plegaria o de la limosna” (De cura pro mortuis gerenda, 3 y 4).
Comprendiéndolo así, la Iglesia, que siempre tuvo la preocupación de dar digna sepultura a los cadáveres de sus hijos, brindó para honrarlos lo mejor de sus depósitos espirituales.
Depositaria de los méritos redentores de Cristo, quiso aplicárselos a sus difuntos, tomando por práctica ofrecer en determinados días sobre sus tumbas lo que tan hermosamente llamó San Agustín sacrificium pretii nostri, el sacrifico de nuestro rescate.
Ya en tiempos de San Ignacio de Antioquia y de San Policarpo se habla de esto como de algo fundado en la tradición.
Pero también aquí el uso degeneró en abuso, y la autoridad eclesiástica hubo de intervenir para atajarlo y reducirlo.
Así se determinó que la Misa sólo se celebrase sobre los sepulcros de los mártires.
LOS DIFUNTOS EN LA LITURGIA
Por otra parte, ya desde el s. III es cosa común a todas las liturgias la memoria de los difuntos.
Es decir, que además de algunas Misas especiales que se ofrecían por ellos junto a las tumbas, en todas las demás sinaxis eucarísticas se hacía, como se sigue haciendo todavía, memoria —memento— de los difuntos.
Este mismo espíritu de afecto y ternura alienta a todas las oraciones y ceremonias del maravilloso rito de las exequias.
La Iglesia hoy en día recuerda de manera especial a sus hijos difuntos durante el mes de noviembre, en el que destacan la “Conmemoración de todos los Fieles Difuntos”, el día 2 de noviembre, especialmente dedicada a su recuerdo y el sufragio por sus almas; y la “Festividad de todos los Santos”, el día 1 de ese mes, en que se celebra la llegada al cielo de todos aquellos santos que, sin haber adquirido fama por su santidad en esta vida, alcanzaron el premio eterno, entre los que se encuentran la inmensa mayoría de los primeros cristianos.
En la Iglesia Católica, para esta celebración, se recita el Oficio de difuntos y las misas son de Réquiem, aunque el 2 de noviembre caiga en domingo.
En España, Portugal y América es tradición que los sacerdotes celebren tres misas ese día.
Una concesión parecida se solicitó para todo el mundo al Papa León XIII, pero aunque no la concedió, sí ordenó un Réquiem especial en 1888.
La conmemoración de todos los fieles difuntos es celebrada por toda la Iglesia el 2 de noviembre o, si éste es domingo o solemnidad, el 3 de noviembre.
En algunos lugares se cree que el 28 de octubre es el día que bajan los muertos por accidente y el 30 quienes están en el limbo porque no fueron bautizados.
En algunos lugares se cree que el 28 de octubre es el día que bajan los muertos por accidente y el 30 quienes están en el limbo porque no fueron bautizados.
Coincide el hecho que en Estados Unidos y algunos otros países el 31 de octubre se celebra el Halloween, que rememora una festividad de los celtas irlandeses que tiene más de 3000 años, llamada samhaim, para celebrar el final de las cosechas y el principio del invierno.
ANIMAS DEL PURGATORIO
Ánima significa en latín alma; en la psicología analítica son «las imágenes arquetípicas de lo eterno femenino en el inconsciente de un hombre, que forman un vínculo entre la consciencia del yo y el inconsciente colectivo, abriendo potencialmente una vía hacia el sí-mismo».
Imagen de mujer o figura femenina presente en los sueños o fantasías de un hombre. Vinculado a su principio eros, refleja la naturaleza de sus relaciones, especialmente con mujeres.
Descrito como el arquetipo de la vida, éste puede estar representado como una mujer joven, espontánea, seductora e intuitiva, como una mujer malvada o como la madre tierra.
Usualmente se le asocia con una emocionalidad profunda y con la fuerza de la vida misma.
Frecuentemente los problemas relacionales son producto de la identificación inconsciente con el ánima o de la proyección del ánima en la pareja, lo que genera un sentimiento de desilusión respecto de la persona real.
Las figuras ánima no son representaciones de mujeres concretas, sino fantasías revestidas de necesidades y experiencias de naturaleza emocional.
Algunas figuras ánima características son las diosas, mujeres famosas, figuras maternas, doncellas, prostitutas, hechiceras y criaturas femeninas (por ejemplo, la sirena).
El ánima sólo se aplica en términos al imaginario masculino, mientras que en la psique femenina, el aspecto masculino presente en lo inconsciente colectivo de las mujeres toma la denominación de ánimus.
El mecanismo de atracción del ánima explica también el papel de las musas en la poesía.
En cierta manera, el ánima representa una imagen viva del alma y los contenidos espirituales de la persona, por lo cual se siente enteramente dependiente de ella.
En la teología católica y copta, el purgatorio es un estado transitorio de purificación y expiación donde, después de su muerte, las personas que han muerto sin pecado mortal pero que han cometido pecados leves no perdonados o graves ya perdonados en vida pero sin satisfacción penitencial de parte del creyente, tienen que purificarse de esas manchas a causa de la pena temporal contraída para poder acceder a la visión beatífica de Dios.
Debido a que todo aquél que entra en el Purgatorio terminará entrando al Cielo tarde o temprano, el purgatorio no es una forma del Infierno.
Las plegarias a Dios por los muertos, la celebración de eucaristías y las indulgencias pueden acortar la estadía de una o varias almas que estén en dicho estado.
El tipo de penas que se padecen son equivalentes a las del infierno, en el sentido que se siente la lejanía de Dios, pero no son eternas y purifican porque la persona no está empedernida en una opción por el mal.
Por eso el Purgatorio es la purificación final de los elegidos, la última etapa de la santificación.
La Iglesia Ortodoxa no acepta la existencia del purgatorio. Sin embargo, tradicionalmente se ofrecen rezos en favor de los difuntos, pidiendo a Dios que les muestre su misericordia y amor.
La Iglesia Copta, en cambio acepta la existencia del purgatorio, la única diferencia es que usa otra palabra para denominar esta realidad espiritual. La principal base bíblica para afirmar la existencia del purgatorio según esta Iglesia está en el Libro de Enoc en sus capítulos 6 - 36.
Escritos antes del 160 a. C., estos se centran en el tema de los Vigilantes y hacen además una descripción detallada del infierno, el purgatorio y el paraíso. En la Iglesia copta tradicionalmente se ofrecen rezos a Dios para que les muestre su misericordia a las almas de los difuntos que padecen en el purgatorio y puedan ingresar al cielo.
La mayoría de las iglesias protestantes rechazan la creencia en el purgatorio; de hecho, la Reforma luterana se inició precisamente con la denuncia que Lutero hizo contra la venta de indulgencias.
Lutero, fundador del Protestantismo, describe el purgatorio como una invención humana que confunde al hombre y le hace creer que hay perdón después de la muerte por medio de la compra de indulgencias y otros mecanismos.
Al ser contradictoria la doctrina de Lutero con los libros deuterocanónicos y con la epístola de Santiago, Lutero intentó encontrar razones para sacar dichos libros de la Biblia; declaró que los libros deuterocanónicos como son propios del canon griego de la Septuaginta, sólo son lectura edificante, pero no son palabra inspirada por Dios debido a que no eran usados actualmente por los judíos, por lo que los calificó como apócrifos; aun así no pudo encontrar razón alguna para excluir la epístola de Santiago.
Pero las Iglesias Católica y Copta no sólo se basan en dichos libros para comprobar la existencia del purgatorio, otros de los libros en los que se basan es el Apocalipsis y el Evangelio de San Mateo, entre otros.
Según la doctrina católica hay una diferencia sustancial entre infierno y purgatorio y éste no es un infierno temporal. Propiamente hablando, sólo en el infierno se da una verdadera pena de daño, ya que ella es el castigo ultraterreno a la aversión actual de Dios, que no se da en las almas del purgatorio.
Sin embargo pueden distinguirse:
Dilación de la Gloria. Tratada por la tradición teológica como pena de daño, es sin embargo cualitativamente distinta de la que se da en el infierno y consiste en el aplazamiento del cielo.
El alma queda privada de la visión beatífica (visión de Dios) mientras purga sus pecados. Esta pena implica que la presencia en el purgatorio no puede prolongarse en el tiempo hasta más allá del Juicio Final.
Pena de sentido. La tradición de los Padres latinos es casi unánime en favor del fuego real y corpóreo, semejante al del infierno, pero no ha sido necesaria todavía una declaración dogmática al respecto. Sí hay argumentos en la tradición, como el cuestionario de Clemente VI a los armenios, donde expresamente se pregunta «...si crees que son atormentados con fuego temporalmente...». En cuanto a si Dios se vale de los demonios para la administración de las penas del purgatorio, Santo Tomás (De purgatorio, Suppl. a.5) explica que no.
Sufragios
Son las ayudas que los católicos ofrecen a las almas del Purgatorio.
Principalmente son:
Ofrecimiento de la Misa: Ya sea encargándole la Misa a un sacerdote, ya sea ofreciéndola mentalmente por un difunto.
Ofrecimiento de la Comunión: Los católicos creen que en la comunión se encuentra realmente Cristo. Cuando comulgan (reciben a Cristo), pueden ofrecerlo por reparación de las almas que les falta algo por purificar.
Misas gregorianas: Se denominan de esta manera, a la serie de misas en las que se debe interceder por un difunto durante treinta días sin interrupción. Su origen se vincula a un episodio narrado por San Gregorio Magno.
Indulgencia plenaria: Limpia todas las “manchas” que nos hayan dejado los pecados ya perdonados. Las indulgencias plenarias se obtienen de manera gratuita.
Solamente hace falta realizar la acción indulgenciada, uniéndola a una comunión, un acto de caridad, rezar por las intenciones del Papa (Padre Nuestro, Ave María y Gloria) y confesarse en ocho días.
Las principales acciones indulgenciadas son:
rezo y meditación del Santo Rosario, en común; rezo-meditación del Vía Crucis, en una iglesia; lectura y meditación de la Biblia, por más de 30 minutos; adoración al Santísimo, más de 30 min.
Otros sufragios son: el ofrecimiento de las penas y alegrías, olvidar los insultos y perdonar a los que nos ofenden, ofrecer diversas oraciones, limosna y otras obras de misericordia.
El voto de ánimas
También llamado acto heroico de caridad, consiste en una donación completa de los efectos satisfactorios ganados con obras buenas, en favor de las almas del purgatorio.
En palabras de San Agustín, todas las obras buenas que se practican en estado de gracia santificante, tienen la virtud de producir cuatro efectos: meritorio, propiciatorio, impetratorio y satisfactorio.
El efecto meritorio aumenta la gracia de quien la hace, y no puede cederse.
Lo propiciatorio aplaca la ira de Dios; lo impretratorio inclina a Dios a conceder lo que se le pide.
Por último, es satisfactoria porque ayuda a satisfacer o pagar la pena por los pecados.
Es este último efecto satisfactorio el que se cede a las ánimas del purgatorio, ofreciendo a Dios una compensación por la pena temporal debida. No es un voto riguroso, ni requiere ningún formalismo más allá de hacerlo con el corazón, sino una cesión voluntaria que puede rectificarse en cualquier momento.
Tampoco debería decirse heroico pues se gana más de lo que se cede.
http://www.primeroscristianos.com/index.php?/origenes/view/la_devocion_a_los_difuntos_en_el_cristianismo_primitivo/
LAS ANIMAS BENDITAS
La leyenda de las ánimas benditas, tiene un contexto muy peculiar en relación a los demás relatos que se conocen dentro del medio de las tradiciones orales guatemaltecas.
Según lo que se cuenta acerca de éstos personajes, son apariciones que transmiten un tipo de sensaciones muy diferentes a las que provocan las otras ánimas o almas en pena.
Se dice que el miedo que se siente es muy diferente al que se experimenta al observar la manifestación de cualquier espíritu.
Observar a éstos espíritus provoca un sentimiento de tranquilidad, liberación, esperanza.
Algunas personas que han experimentado este tipo de visiones afirman que existe una diferencia entre el miedo provocado por una aparición cualquiera, al que provoca el observar la materialización de las ánimas benditas. Afirman sobre la existencia de "Miedo Bueno" y "Miedo Malo".
Pero, ¿Qué son las ánimas benditas?
Las ánimas benditas, es un grupo de seres que vagan por el mundo, en busca de las oraciones y los buenos deseos de las personas de buen corazón.
Se dice que estas ánimas, han sido personas que abandonaron el mundo de los vivos en pecado, por haber cometido algunas atrocidades o maldades en contra de los seres humanos y por esta razón han sido condenados a vagar en un plano intermedio, entre los vivos y los muertos.
Estas almas en pena, buscan el perdón de los vivos y cuando alguien cree en ellos, puede elevar oraciones a los cielos, pidiendo por aquellas almas en pena, de las que nadie se acuerda y que necesitan el perdón de Dios.
El sentido de hacer esto, es para que Dios libere el castigo a estos seres, que después de haber cumplido su condena, necesitan de la absolución de los vivos para poder seguir su camino hacia la eternidad.
A cambio de esto, las ánimas ofrecen una vida de provecho, llena de éxitos y alegrías.
Esta es la oración que se conoce en la religión católica para interceder por las ánimas benditas:
Dios misericordioso, que nos perdonas y quieres la salvación de todos los hombres,
imploramos tu clemencia para que,
por la intercesión de María Santísima y de todos los santos,
concedas a las almas de nuestros padres, hermanos, parientes, amigos y bienhechores,
que han salido de este mundo,
la gracia de llegar a la reunión de la eterna felicidad.
Santísima Virgen María, Reina del Purgatorio;
vengo a depositar en tu Corazón Inmaculado una oración en favor de las almas benditas que sufren en el lugar de expiación.
Dígnate escucharla, clementísima Señora, si es ésta tu voluntad y la de tu misericordioso Hijo.
Amén.
María, Reina del Purgatorio, te ruego por aquellas almas por las cuales tengo o pueda tener alguna obligación, sea de caridad o de justicia.
Dios te salve María...
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.
María, Reina del Purgatorio: te ruego por las almas más abandonadas y olvidadas y a las cuales nadie recuerda;
tú, Madre, que te acuerdas de ellas, aplícales los méritos de la Pasión de Jesús, tus méritos y los de los santos, y alcancen así el eterno descanso.
Dios te salve María...
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.
María, Reina del Purgatorio: te ruego por aquellas almas que han de salir más pronto de aquel lugar de sufrimientos, para que cuanto antes vayan a cantar en tu compañía las eternas misericordias del Señor.
Dios te salve María...
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.
María, Reina del Purgatorio: te ruego de una manera especial por aquellas almas que han de estar más tiempo padeciendo y satisfaciendo a la divina Justicia.
Ten compasión de ellas, ya que no pueden merecer sino sólo padecer; abrevia sus penas y derrama sobre estas almas el bálsamo de tu consuelo.
Dios te salve María...
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.
María, Reina del Purgatorio: te ruego de modo especial por aquellas almas que más padecen.
Es verdad que todas sufren con resignación, pero sus penas son atroces y no podemos imaginarlas siquiera.
Intercede Madre nuestra por ellas, y Dios escuchará tu oración.
Dios te salve María...
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.
Virgen Santísima, te pido que, así como me acuerdo de las benditas ánimas del Purgatorio, se acuerden de mí los demás, si he de ir allá a satisfacer por mis pecados.
En ti, Madre mía, pongo toda mi confianza de hijo, y sé que no he de quedar defraudado.
Amén
Es decir, que si alguna persona en determinado momento observa a estos seres, puede dar por hecho que recibirá más de algún favor a cambio de sus oraciones y buenos deseos.
Pero en general, éste favor beneficia a las personas durante toda su vida.
En resumen, las ánimas benditas no son seres malignos, al contrario, son almas que dan buena suerte o bien, ayudan a solucionar los problemas de las personas que rezan y piden a Dios por ellos y por ende, tienen la oportunidad de llegar a concretar un contacto visual o físico ellas.
A menudo, la historia de las animas bendita se confunde con otro relato similar, el de “Los penitentes de la Recolección”, que es un grupo de monjes similar a las ánimas benditas, pero que pueden llegar a ocasionar la muerte de quienes tienen contacto con ellos.
http://guatemala.comuf.com/index.php/relatos-tradicionales/8-las-animas-benditas-preliminar
ORIGEN PREHISPANICO
La tradición de asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes ya abandonaron este mundo, está acompañada de un profundo sentimiento de devoción, donde se tiene la convicción de que el ser querido que se marchó y pasará a una mejor vida, sin ningún tipo de dolencia, como sucede con los seres terrenales.
En América Latina esta celebración se combinó con elementos de indigenismo y del sincretismo y resultó una original celebración en el Día de Muertos, distinta de las otras naciones católicas.
Esta fiesta incluye por tradición un Altar de muertos que consiste en una serie de adornos florales acompañados de la comida favorita del difunto; además de fotografías y otros detalles.
Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en América, se encuentran en los antiguas culturas indígenas de los Aztecas, Mayas, Purepechas, Nahuas y Totonacas que durante 3 mil años hicieron rituales dedicados a sus ancestros coincidiendo con estas fechas.
Estos rituales simbolizaban la muerte y el renacimiento que en la época prehispánica se representaba con los cráneos de los muertos.
Las festividades eran presididas por el dios Mictecacihuatli y la diosa Mictlantecuhtl, conocida como la "Dama de la muerte" (actualmente corresponde con "la Catrina") y eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.
Así como se sienten muchos extranjeros al ver esta celebración que tiene algo de morboso y mucho de pagano, los conquistadores españoles del siglo XV estuvieron aterrados por las practicas de los indígenas y en un intento de convertir a los nativos americanos al catolicismo cambiaron la fecha del festival para el inicio de noviembre; de esta manera coincidían con las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas.
Hoy se celebra el Día de Muertos en los países en los que se observa el calendario católico, pero en estas tierras ya existía la tradición, cuyo origen se remonta al año 800 a.C., de dedicar un día del año a festejar a los muertos y para los mayas, los aztecas y otras razas precolombinas, se celebraba en los meses de julio y agosto, al final de la cosecha de maíz, frijol, garbanzo y calabaza o ayote, que eran parte de la ofrenda que ofrecían a la diosa Mictecacihuatl, reina de Chinahmictlan, guardiana del noveno nivel del infierno, que llamaban Mictlán.
Esta tradición de los antiguos habitantes de mesoamérica se mezclaba con la costumbre de enterrar a los muertos con comida, objetos de uso personal y ofrendas para su viaje a la otra vida, igual que los egipcios.
Compartían la creencia que las personas al morir deben pasar un tiempo en el reino de Mictlán antes de seguir su viaje al cielo o Tlalocan y, para su comodidad, necesitaban llevar agua y comida para el camino, veladoras para alumbrarse, monedas para pagar al balsero que les tendría que cruzar un río para llegar a Mictlán y un palo con espinas para ahuyentar al diablo.
Todo esto se colocaba en la tumba del muerto y sobre el altar que se le hacía cada año sobre su tumba cuando visitan a sus deudos.
También se colocaba copal y f lores para que las almas se sintieran contentas al visitar a los vivos el Día de Muertos.
Pero cuando vinieron los soldados y los misioneros españoles, estas viejas creencias fueron adaptadas al calendario cristiano y desde entonces se celebran todos los años los días 1 y 2 de noviembre.
El 1 es Día de Todos los Santos, dedicado a los niños que murieron y el 2 a todas las otras personas queridas y son los únicos dos días que las almas tienen permiso para regresar a visitar a sus deudos, de manera que el festejo es en realidad para dar la bienvenida a los seres queridos que han muerto.
El culto a los muertos en el Mundo Maya es hoy una mezcla de ritos paganos y cristianos. Así, mientras en Guatemala se baila rumbo al cementerio , en México los mayas de la península de Yucatán, Tabasco y Chiapas preparan comida, levantan altares y rezan por los difuntos.
Noviembre es, para el Mundo Maya, el mes de los muertos. Se cree, se presiente, por memoria histórica y cultural, que en estas fechas se les permite abandonar el más allá y vagar unos cuantos días por el mundo.
Buscan sus casas, a sus familias, sus tierras. Cuando las encuentran, se quedan a comer y a beber, comparten regalos, anécdotas y, una vez satisfechos, regresan a su eterna morada.
Volverán el próximo año, los días 1 y 2 de noviembre, en un permanente ciclo que mantiene unidas la vida y la muerte. Este retorno perpetuo es una creencia firmemente arraigada entre las diversas comunidades del Mundo Maya.
Son pueblos acostumbrados a mirar hacia el pasado y a tomarlo en cuenta, para los cuales morir es solamente abandonar este mundo y habitar en otro. Sin embargo, cada sitio tiene características distintivas cuando llega la fecha de comunicarse con sus muertos. Muchos lo hacen sufriendo y reviviendo el duelo, otros festejando y algunos, incluso, dedicándose a los juegos de azar.
Todos tienen el mismo objetivo: dejar satisfechos a quienes vuelven del más allá, pues se cree que solamente así éstos lograrán el descanso de sus almas.
Las comunidades indígenas de Guatemala han incorporado a sus ritos y ceremonias ancestrales, costumbres que llegaron con los españoles tras la conquista y la colonización, hace cinco siglos.
Muestra de esa mezcla entre lo católico y lo pagano son las ceremonias del Día de Muertos. Se llevan a cabo en todo el país, y aunque tienen el objetivo común de veneración y recuerdo, en cada sitio adquieren matices propios.
Las tumbas se decoran con flores, decoraciones de todos los colores, llegan grupos de marimba a tocar canciones en el cementerio, y hasta la noche la gente permanece charlando y prendiendo velas en el cementerio.
TRADICION
Noviembre es, para el Mundo Maya, el mes de los muertos. Se cree, se presiente, por memoria histórica y cultural, que en estas fechas se les permite abandonar el más allá y vagar unos cuantos días por el mundo.
Buscan sus casas, a sus familias, sus tierras. Cuando las encuentran, se quedan a comer y a beber, comparten regalos, anécdotas y, una vez satisfechos, regresan a su eterna morada.
Volverán el próximo año, los días 1 y 2 de noviembre, en un permanente ciclo que mantiene unidas la vida y la muerte. Este retorno perpetuo es una creencia firmemente arraigada entre las diversas comunidades del Mundo Maya.
Son pueblos acostumbrados a mirar hacia el pasado y a tomarlo en cuenta, para los cuales morir es solamente abandonar este mundo y habitar en otro. Sin embargo, cada sitio tiene características distintivas cuando llega la fecha de comunicarse con sus muertos. Muchos lo hacen sufriendo y reviviendo el duelo, otros festejando y algunos, incluso, dedicándose a los juegos de azar.
Todos tienen el mismo objetivo: dejar satisfechos a quienes vuelven del más allá, pues se cree que solamente así éstos lograrán el descanso de sus almas.
Las comunidades indígenas de Guatemala han incorporado a sus ritos y ceremonias ancestrales, costumbres que llegaron con los españoles tras la conquista y la colonización, hace cinco siglos.
Muestra de esa mezcla entre lo católico y lo pagano son las ceremonias del Día de Muertos. Se llevan a cabo en todo el país, y aunque tienen el objetivo común de veneración y recuerdo, en cada sitio adquieren matices propios.
Las tumbas se decoran con flores, decoraciones de todos los colores, llegan grupos de marimba a tocar canciones en el cementerio, y hasta la noche la gente permanece charlando y prendiendo velas en el cementerio.
TRADICION
Los guatemaltecos se dan cita el 1 de noviembre en los cementerios y catacumbas para visitar a los difuntos y en familia, comer el tradicional fiambre.
En Guatemala se tiene la creencia de que las ánimas benditas salen de los cementerios y aparecen en algunos lugares.
Muchos dejan los altares caseros con un vaso de agua, una veladora y una fotografía del difunto.
Por ello, desde días antes de la festividad, muchos decoran las tumbas o las limpian.
Algo muy típico en Guatemala es la flor de muerto, de color amarillo, que sólo florece en esta época, además del ciprés, utilizados para la decoración de las casas y lugares de reunión donde las celebraciones privadas entre familiares y amigos incluyen un gran banquete.
En esta celebración también aparecen algunas revelaciones y son muchos los creyentes que aseguran tener visiones de los difuntos u oír cosas extrañas que señalan su presencia.
El 1 de noviembre de cada año, las familias de Guatemala, honran a sus difuntos y seres queridos durante el día de las fiestas de Muertos.
Además de la tradicional visita al cementerio, el Día de los Muertos en Guatemala está marcada con un festival de cometas y comer el fiambre guatemalteco.
En Guatemala celebrar el Día de los Muertos representa:
Respetar a los lugareños. Mientras que las tradiciones pueden parecer extrañas a los turistas, cada comunidad tiene su forma peculiar de honrar a los muertos.
Los habitantes de las localidades del país practican diferentes costumbres.
Santiago Sacatepéquez tiene el festival más grande y más conocido-, con miles de cometas volando con las familias, vecinos y grupos religiosos para honrar a los muertos. Los cometas elaborados abarcan varios metros y se construyen casi exclusivamente de bambú y papel de seda.
También se lleva a cabo esta tradición en Sumpango Sacatepèquez.
Para celebrar el Día de Muertos sus habitantes fabrican barriletes, enormes cometas de papel de china y varillas de bambú que miden hasta seis metros de alto por tres de ancho.
Los días 1 y 2 de noviembre cada familia lleva al campo su propio barrilete y lo hace ondear en el cielo. Es la forma de llamar a los muertos, quienes según el color del cometa identificarán a sus parientes y lograrán unirse a éstos gracias al hilo que sirve como conductor.
Cuando el ritual termina, los barriletes son quemados para que los muertos retornen tranquilos a la morada que ahora ocupan. Se cree que si los cometas no se queman, las almas ignorarían que ha llegado la hora de partir, y se quedarían en la tierra, provocando daños en sus deudos, cosechas y animales.
La preparación para el día de los muertos, en Santiago Sacatepéquez, comienza cuarenta días antes del 1 de noviembre, cuando los jóvenes forman grupos que comienzan la construcción de los barriletes.
Tradicionalmente, los jóvenes hacen la mayoría de la obra, pero las mujeres jóvenes de hoy también hacen barriletes.
Juntos, discuten y seleccionan los temas para los barriletes de intrincado diseño. Los temas pueden ser políticos, religiosos o culturales y, a menudo, se basan en los eventos de noticias nacionales. Todos los materiales utilizados para los barriletes son naturales.
El pegamento está hecho de harina de yuca mezclada con trozos de cáscara de limón y agua. Los cables utilizados para las pitas de los barriletes están hechos de maguey, de la misma planta de donde se extrae el alcohol del tequila.
Las colas de los barriletes están hechas de tela tejida. Los marcos de los barriletes más pequeños son hechos tejiendo los tallos de castilla, una planta similar al trigo, que se cultiva cerca de Santiago.
Los marcos para los barriletes más grandes están hechos de bambú que se recoge en la costa. Antes del día de los muertos, el último domingo de octubre, el pueblo de Santiago lleva a cabo una competencia para determinar cuál es el mejor barrilete.
Los barriletes son juzgados en base a sus colores, la construcción, diseños y temas. La gente del pueblo, generalmente, muestra mayor apreciación por los barriletes que poseen los detalles más intrincados y difíciles y los temas a favor de la ancestral cultura maya.
El 1 de noviembre, a las 4:00, el cementerio de Santiago Sacatepéquez comienza a llenarse de familias portadondo de ofrendas florales y ramas de flores para las tumbas de sus difuntos.
Durante la limpieza, pintura y adorno de las tumbas de la familia, la gente charla con los vecinos, recordando con cariño al difunto. Rezan juntos cerca de las tumbas y comparten la comida con los demás.
Fuera del cementerio, los vendedores ofrecen deleites especiales por la festividad y el siempre favorito atol de maíz. Las campanas de la iglesia suenan para anunciar la misa y los grupos de jóvenes, portando barriletes como pancartas, comenzarán a llegar al cementerio.
Ellos esperan que un viento fuerte eleve sus barriletes gigantes a los cielos. La tradición de volar barriletes en los cementerios de Guatemala en el día de los muertos se remonta por lo menos 111 años.
Durante esta época especial del año, cuando la frontera entre el mundo de los vivos y los muertos se cree que es más porosa, la gente adjunta mensajes escritos a mano de las colas de los barriletes.
Estos mensajes están destinados a llegar a los espíritus celestiales cuando los barriletes asciendan al cielo, haciéndoles saber que son buscados y además los ayudan en su viaje del cielo a la tierra.
Los barriletes prueban los vientos y guían a los espíritus hasta las 16:00 horas, cuando los bajan y las familias se reúnen en casa para esperar la llegada de las almas.
A las 4:00, del 2 de noviembre, los ciudadanos comienzan a moverse de nuevo hacia el cementerio, con velas en sus manos para que los espíritus que han estado con ellos en la noche puedan regresar a sus hogares.
Mientras la festividad va terminando, los niños más pequeños demuelen sus barriletes como una señal para los espíritus que su visita terrenal ha terminado y que ahora deben regresar al cielo.
Los barriletes gigantes, que se han mantenido en buena forma, son elevados al aire por última vez.
Se cree que los más antiguos espíritus son los últimos en salir y los barriletes gigantes les ayudarán al conducirlos de nuevo al cielo. Más tarde los barriletes se queman en el interior del cementerio con la esperanza de que el humo guíe cualquier espíritu vagabundo de regreso al cielo.
Como una de las celebraciones más coloridas de Guatemala, el Día de los Muertos en el pueblo de las tierras altas de Todos Santos cuenta con una carrera de caballos.
Los jinetes tratan de mantenerse sobre el caballo, mientras que beben.
El último hombre sobre el caballo gana, a menos que las autoridades detengan la diversión ya que pueden llegar a un estado de ebriedad alto. En Todos Santos Cuchumatán, población ubicada a unos 300 km de Guatemala, la capital, sus habitantes celebran el Día de Muertos con música de marimba y quema de cohetones dentro del camposanto.
Ellos están seguros de que los muertos participan en el festejo, el cual sigue hasta bien entrada la noche.
Se degusta el fiambre, éste sólo se hace y se come una vez al año como el plato tradicional del Día de los Muertos. Se sirve frío, el fiambre contiene una mezcla de queso, carne, huevos y verduras curados en vinagre. Algunas recetas requieren hasta 50 ingredientes diferentes.
Celebrar con una copa. Los locales tienden a empezar a beber muy temprano durante el día de las celebraciones del Muerto.
Muchas familias pasan todo el día comiendo y bebiendo en el cementerio. Es un rito que se lleva a cabo el día 1 de Noviembre de cada año, ya que es el día en que se celebra y se recuerda a las personas que ya se fueron, pero que aún viven en los corazones de quienes los amaron.
El 1 de noviembre, aprovechando el asueto, los camposantos se colman de una multitud que llega a adornar las tumbas de sus seres queridos que gozan del descanso eterno.
El adorno va desde ramos y coronas de flores, hasta cambio de lápidas de mármol con letras de oro incrustadas.
Desde horas de la mañana se escuchan marimbas, mariachis y solistas interpretando las canciones que más gustaban al difunto.
Se puede observar a las personas limpiando los mausoleos y panteones familiares, otros haciendo oración alrededor de las sepulturas y muchos otros llorando al evocar a ese ser amado que partió.
Este día se celebran ceremonías o misas en algunos cementerios del país, para recordar el descanso de los seres queridos.
En Sumpango se cuentan leyendas acerca del Camposanto de Sumpango, en las que se refiere que el lugar era invadido por espíritus malignos el día de todos los santos, estos llegaban a ocasionar molestias a las buenas ánimas cuyos cuerpos descansaban en el camposanto. A causa de la molestia que los espíritus malignos ocasionaban a las ánimas estas vagaban inquietas y molestas por las calles y viviendas de a población.
Según la leyenda la gente del pueblo decidió consultar a los brujos tradicionales con quienes acudían para deshacerse de maleficios, ya que esta situción era muy escalofriante, los brujos coincidieron en que el único medio para forzar la retirada de los espíritus del mal. Esto consistía en hacer que el viento chocara con pedazos de papel, cuyo sonido según los brujos, ahuyentaría a los malos espíritus, dejando descansar en paz a las buenas ánimas del lugar.
Chaintla es otro pueblo que celebra el Día de Muertos de manera peculiar. Cada 1 de noviembre se organizan carreras de caballos, que van del pueblo al panteón, en una especie de competencia entre los vivos y sus antepasados.
Los jinetes aseguran sentir la presencia de los muertos cabalgando junto a ellos.
También durante la época colonial, en España, y posteriormente, en Guatemala, se celebraba la “procesión de las ánimas”, en la que niños menesterosos solicitaban caridad y comida en la víspera del Día de todos los santos.
En la Ciudad Capital, el cementerio más importante es el Cementerio General.
Está ubicado al final de la veinte calle de la zona 3.
Se calcula que el Cementerio General, que también es el más grande del país, recibe con motivo del Día de Muertos, la visita de un millón de personas, de acuerdo con fuentes de la administración del panteón.
Algunas personas realizan visitas fugaces, pero muchos se quedan "bastante tiempo, a compartir con los difuntos.
Por eso la música, las bebidas y las comidas que se sirven y que eran del gusto del ser querido en vida".
En las afueras de lo camposantos, se observan a muchos vendedores de flores, las cuales servirán para adornar las tumbas y panteones.
Sin embargo, la afluencia masiva de visitantes a los panteones en el Día de Muertos genera abusos de parte de comerciantes de flores y de alimentos propios de la temporada.
Así como eventuales ataques de la delincuencia.
Muchos guatemaltecos acostumbran también montar pequeños altares en sus hogares, con fotografías de sus difuntos, agua, flores y veladoras. Año tras año, a fines de octubre, los guatemaltecos instalan en sus hogares un altar.
Es el altar de muertos, en cuyo centro colocan las fotografías de familiares fallecidos, y a su alrededor, a manera de ofrenda, ponen agua, flores, veladoras, diversos alimentos (por ejemplo, pan y frutas)
y algunas bebidas como el aguardiente (hecha de caña de azúcar), o el atole (ésta no alcohólica, a base de maíz y agua).
Sigue entonces el rito de “vestir” las tumbas.
Para ello, la familia se dirige al cementerio y esparce flores a lo largo y ancho de sencillos y pequeños promontorios, sitio donde reposan sus muertos.
La flor más utilizada es la Flor de Muerto, por lo habitual una flor de color amarillo, con un olor muy peculiar.
La caléndula es una de estas flores cuyos pétalos se diseminan sobre o al rededor de las tumbas.
La flor de muerto, de color amarillo, sólo florece en esta época.
Su nombre científico es Tagetes patula, Es una planta de flor compuesta, que varía en las tonalidades anaranjado a amarillo, es muy aromática.
La planta alcanza alturas de entre 50 y 100 cm.
Las coronas de flores tienen mucha demanda, por lo que es recomendable solicitarlas por anticipado.
Dejan coronas de papel encerado en la cabecera de la tumba y después preparan la comida, que consumirán ahí mismo, como una forma más de compartir con los difuntos.
En la colonia se acostumbraba a enterrar a las personas en las iglesias. En el atrio, el populacho y los grandes señores, en las paredes y catacumbas, las cuales se abrían siempre en el Dìa de los Santos. Es por eso que las catacumbas de la Catedral abren siempre en esa fecha.
Además de la tradicional visita al cementerio, el Día de los Muertos en Guatemala está marcada con un festival de cometas y comer el fiambre guatemalteco.
En Guatemala celebrar el Día de los Muertos representa:
Respetar a los lugareños. Mientras que las tradiciones pueden parecer extrañas a los turistas, cada comunidad tiene su forma peculiar de honrar a los muertos.
Los habitantes de las localidades del país practican diferentes costumbres.
Santiago Sacatepéquez tiene el festival más grande y más conocido-, con miles de cometas volando con las familias, vecinos y grupos religiosos para honrar a los muertos. Los cometas elaborados abarcan varios metros y se construyen casi exclusivamente de bambú y papel de seda.
También se lleva a cabo esta tradición en Sumpango Sacatepèquez.
Para celebrar el Día de Muertos sus habitantes fabrican barriletes, enormes cometas de papel de china y varillas de bambú que miden hasta seis metros de alto por tres de ancho.
Los días 1 y 2 de noviembre cada familia lleva al campo su propio barrilete y lo hace ondear en el cielo. Es la forma de llamar a los muertos, quienes según el color del cometa identificarán a sus parientes y lograrán unirse a éstos gracias al hilo que sirve como conductor.
Cuando el ritual termina, los barriletes son quemados para que los muertos retornen tranquilos a la morada que ahora ocupan. Se cree que si los cometas no se queman, las almas ignorarían que ha llegado la hora de partir, y se quedarían en la tierra, provocando daños en sus deudos, cosechas y animales.
La preparación para el día de los muertos, en Santiago Sacatepéquez, comienza cuarenta días antes del 1 de noviembre, cuando los jóvenes forman grupos que comienzan la construcción de los barriletes.
Tradicionalmente, los jóvenes hacen la mayoría de la obra, pero las mujeres jóvenes de hoy también hacen barriletes.
Juntos, discuten y seleccionan los temas para los barriletes de intrincado diseño. Los temas pueden ser políticos, religiosos o culturales y, a menudo, se basan en los eventos de noticias nacionales. Todos los materiales utilizados para los barriletes son naturales.
El pegamento está hecho de harina de yuca mezclada con trozos de cáscara de limón y agua. Los cables utilizados para las pitas de los barriletes están hechos de maguey, de la misma planta de donde se extrae el alcohol del tequila.
Las colas de los barriletes están hechas de tela tejida. Los marcos de los barriletes más pequeños son hechos tejiendo los tallos de castilla, una planta similar al trigo, que se cultiva cerca de Santiago.
Los marcos para los barriletes más grandes están hechos de bambú que se recoge en la costa. Antes del día de los muertos, el último domingo de octubre, el pueblo de Santiago lleva a cabo una competencia para determinar cuál es el mejor barrilete.
Los barriletes son juzgados en base a sus colores, la construcción, diseños y temas. La gente del pueblo, generalmente, muestra mayor apreciación por los barriletes que poseen los detalles más intrincados y difíciles y los temas a favor de la ancestral cultura maya.
El 1 de noviembre, a las 4:00, el cementerio de Santiago Sacatepéquez comienza a llenarse de familias portadondo de ofrendas florales y ramas de flores para las tumbas de sus difuntos.
Durante la limpieza, pintura y adorno de las tumbas de la familia, la gente charla con los vecinos, recordando con cariño al difunto. Rezan juntos cerca de las tumbas y comparten la comida con los demás.
Fuera del cementerio, los vendedores ofrecen deleites especiales por la festividad y el siempre favorito atol de maíz. Las campanas de la iglesia suenan para anunciar la misa y los grupos de jóvenes, portando barriletes como pancartas, comenzarán a llegar al cementerio.
Ellos esperan que un viento fuerte eleve sus barriletes gigantes a los cielos. La tradición de volar barriletes en los cementerios de Guatemala en el día de los muertos se remonta por lo menos 111 años.
Durante esta época especial del año, cuando la frontera entre el mundo de los vivos y los muertos se cree que es más porosa, la gente adjunta mensajes escritos a mano de las colas de los barriletes.
Estos mensajes están destinados a llegar a los espíritus celestiales cuando los barriletes asciendan al cielo, haciéndoles saber que son buscados y además los ayudan en su viaje del cielo a la tierra.
Los barriletes prueban los vientos y guían a los espíritus hasta las 16:00 horas, cuando los bajan y las familias se reúnen en casa para esperar la llegada de las almas.
A las 4:00, del 2 de noviembre, los ciudadanos comienzan a moverse de nuevo hacia el cementerio, con velas en sus manos para que los espíritus que han estado con ellos en la noche puedan regresar a sus hogares.
Mientras la festividad va terminando, los niños más pequeños demuelen sus barriletes como una señal para los espíritus que su visita terrenal ha terminado y que ahora deben regresar al cielo.
Los barriletes gigantes, que se han mantenido en buena forma, son elevados al aire por última vez.
Se cree que los más antiguos espíritus son los últimos en salir y los barriletes gigantes les ayudarán al conducirlos de nuevo al cielo. Más tarde los barriletes se queman en el interior del cementerio con la esperanza de que el humo guíe cualquier espíritu vagabundo de regreso al cielo.
Como una de las celebraciones más coloridas de Guatemala, el Día de los Muertos en el pueblo de las tierras altas de Todos Santos cuenta con una carrera de caballos.
Los jinetes tratan de mantenerse sobre el caballo, mientras que beben.
El último hombre sobre el caballo gana, a menos que las autoridades detengan la diversión ya que pueden llegar a un estado de ebriedad alto. En Todos Santos Cuchumatán, población ubicada a unos 300 km de Guatemala, la capital, sus habitantes celebran el Día de Muertos con música de marimba y quema de cohetones dentro del camposanto.
Ellos están seguros de que los muertos participan en el festejo, el cual sigue hasta bien entrada la noche.
Se degusta el fiambre, éste sólo se hace y se come una vez al año como el plato tradicional del Día de los Muertos. Se sirve frío, el fiambre contiene una mezcla de queso, carne, huevos y verduras curados en vinagre. Algunas recetas requieren hasta 50 ingredientes diferentes.
Celebrar con una copa. Los locales tienden a empezar a beber muy temprano durante el día de las celebraciones del Muerto.
Muchas familias pasan todo el día comiendo y bebiendo en el cementerio. Es un rito que se lleva a cabo el día 1 de Noviembre de cada año, ya que es el día en que se celebra y se recuerda a las personas que ya se fueron, pero que aún viven en los corazones de quienes los amaron.
El 1 de noviembre, aprovechando el asueto, los camposantos se colman de una multitud que llega a adornar las tumbas de sus seres queridos que gozan del descanso eterno.
El adorno va desde ramos y coronas de flores, hasta cambio de lápidas de mármol con letras de oro incrustadas.
Desde horas de la mañana se escuchan marimbas, mariachis y solistas interpretando las canciones que más gustaban al difunto.
Se puede observar a las personas limpiando los mausoleos y panteones familiares, otros haciendo oración alrededor de las sepulturas y muchos otros llorando al evocar a ese ser amado que partió.
Este día se celebran ceremonías o misas en algunos cementerios del país, para recordar el descanso de los seres queridos.
En Sumpango se cuentan leyendas acerca del Camposanto de Sumpango, en las que se refiere que el lugar era invadido por espíritus malignos el día de todos los santos, estos llegaban a ocasionar molestias a las buenas ánimas cuyos cuerpos descansaban en el camposanto. A causa de la molestia que los espíritus malignos ocasionaban a las ánimas estas vagaban inquietas y molestas por las calles y viviendas de a población.
Según la leyenda la gente del pueblo decidió consultar a los brujos tradicionales con quienes acudían para deshacerse de maleficios, ya que esta situción era muy escalofriante, los brujos coincidieron en que el único medio para forzar la retirada de los espíritus del mal. Esto consistía en hacer que el viento chocara con pedazos de papel, cuyo sonido según los brujos, ahuyentaría a los malos espíritus, dejando descansar en paz a las buenas ánimas del lugar.
Chaintla es otro pueblo que celebra el Día de Muertos de manera peculiar. Cada 1 de noviembre se organizan carreras de caballos, que van del pueblo al panteón, en una especie de competencia entre los vivos y sus antepasados.
Los jinetes aseguran sentir la presencia de los muertos cabalgando junto a ellos.
Uno de los conciertos más grandes de marimba es el que se realiza el Día de difuntos en el cementerio de Huehuetenango.
“Unas cien marimbas tocan las melodías favoritas de los difuntos”, asegura Lara.
Los familiares pueden solicitar una melodía por 25 centavos. Así, el ambiente en el cementerio se armoniza con las notas del pentagrama, interpretadas al unísono.
Los habitantes de Salcajá, Quetzaltenango, y de algunas aldeas de Petén, realizan entre la noche del 31 de octubre y el 1 de noviembre, una procesión dedicada al “Señor de la Muerte”, que era representado en la época precolombina por una calavera.
En esa ocasión, se llevan calaveras humanas —que simbolizan las ánimas de los antepasados— a bendecir las casas de los pobladores.
La procesión comienza en la capilla del cementerio, llega a la Iglesia del pueblo y finaliza en el punto en que se inició.
Aunque pareciera tétrica, es una costumbre que data de la época precolombina y muestra el respeto que se tenía hacia los difuntos
También durante la época colonial, en España, y posteriormente, en Guatemala, se celebraba la “procesión de las ánimas”, en la que niños menesterosos solicitaban caridad y comida en la víspera del Día de todos los santos.
En la Ciudad Capital, el cementerio más importante es el Cementerio General.
Está ubicado al final de la veinte calle de la zona 3.
Se calcula que el Cementerio General, que también es el más grande del país, recibe con motivo del Día de Muertos, la visita de un millón de personas, de acuerdo con fuentes de la administración del panteón.
Algunas personas realizan visitas fugaces, pero muchos se quedan "bastante tiempo, a compartir con los difuntos.
Por eso la música, las bebidas y las comidas que se sirven y que eran del gusto del ser querido en vida".
En las afueras de lo camposantos, se observan a muchos vendedores de flores, las cuales servirán para adornar las tumbas y panteones.
Sin embargo, la afluencia masiva de visitantes a los panteones en el Día de Muertos genera abusos de parte de comerciantes de flores y de alimentos propios de la temporada.
Así como eventuales ataques de la delincuencia.
Muchos guatemaltecos acostumbran también montar pequeños altares en sus hogares, con fotografías de sus difuntos, agua, flores y veladoras. Año tras año, a fines de octubre, los guatemaltecos instalan en sus hogares un altar.
Es el altar de muertos, en cuyo centro colocan las fotografías de familiares fallecidos, y a su alrededor, a manera de ofrenda, ponen agua, flores, veladoras, diversos alimentos (por ejemplo, pan y frutas)
Previo a la celebración, muchas familias acostumbran embellecer las tumbas de sus seres queridos, limpiándolas, pintándolas y adornándolas ellas mismas.
Pero, en la actualidad, muchos prefieren contratar a personas que, por un precio a convenir, se encargan de tales menesteres.
El ritual continúa la madrugada del 1 de noviembre, cuando todos los vivos de la familia colocan flores en las ventanas y portales de la casa. Es la manera de comunicarle a las ánimas que son bienvenidas. Sigue entonces el rito de “vestir” las tumbas.
Para ello, la familia se dirige al cementerio y esparce flores a lo largo y ancho de sencillos y pequeños promontorios, sitio donde reposan sus muertos.
La flor más utilizada es la Flor de Muerto, por lo habitual una flor de color amarillo, con un olor muy peculiar.
La caléndula es una de estas flores cuyos pétalos se diseminan sobre o al rededor de las tumbas.
La flor de muerto, de color amarillo, sólo florece en esta época.
Su nombre científico es Tagetes patula, Es una planta de flor compuesta, que varía en las tonalidades anaranjado a amarillo, es muy aromática.
La planta alcanza alturas de entre 50 y 100 cm.
Las coronas de flores tienen mucha demanda, por lo que es recomendable solicitarlas por anticipado.
Dejan coronas de papel encerado en la cabecera de la tumba y después preparan la comida, que consumirán ahí mismo, como una forma más de compartir con los difuntos.
Dentro de las costumbres que se han ido perdiendo están:
Adornar las tumbas con cadenas de papel de china gris y negro, era una costumbre muy piadosa de los guatemaltecos, que lamentablemente ha ido desapareciendo.
También el colocar flores frescas en las tumbas, ya que en los años 60, aproximadamente, se introducen las coronas de flores artificiales y las cruces de duroport que no se veían antes.
Atención especial requiere la elaboración de lo epitafios, una característica muy peculiar del ingenio chapín y que es descrita magistralmente por José Milla y Vidaurre en uno de sus Cuadros de Costumbres:
CRIPTAS DE CATEDRAL
A las criptas, llamadas popularmente “bóvedas” o “catacumbas”, se ingresa por tres puertas situadas al oriente de la Catedral. Cada una de las criptas posee un nombre distinto de acuerdo con su ubicación y las personas allí enterradas.
Por ejemplo, existe la cripta o panteón de los prelados, en la que se enterró a la mayoría de dignatarios eclesiásticos y se encuentra justo bajo la Sala Capitular.
Luego están las criptas de la Capilla de la Virgen del Socorro, de la capilla de la Inmaculada Concepción y el apóstol Santiago; también la cripta de la Capilla del Sagrario y la cripta de la Capilla de la Sacristía Mayor.
Todas ellas comunicadas por tres grandes bóvedas que corren paralelas y que se encuentra bajo las naves central y procesionales del templo.
En la mayoría de estas criptas, hay enterramientos, aunque algunos no están debidamente identificados y algunos carecen de lápidas. Se abren al público el 1 y 2 de noviembre, días de Todos los Santos y de los fieles difuntos respectivamente, y también el 26 de abril, fecha del aniversario del asesinato de Monseñor Juan Gerardo Conedera.
Entre las personalidades más importantes que se encuentran enterradas en las criptas de la Catedral están varios arzobispos de Guatemala (Próspero Penados del Barrio, Mario Casariego y Acevedo, Luis Durou y Sure, Francisco de Paula García Peláez, Ricardo Casanova, Juan Félix de Villegas, Rafael de la Vara, Luis Javier Muñoz y Capurón, Ramón Casaús y Torres), otros obispos (Juan Gerardi, Rafael González, Luis Mario Martínez de Lejarza, José María y Manuel Francisco Barrutia y Crocker, Julián Rodríguez Barranco y el obispo electo Antonio Larrazabal), canónigos del Cabildo Eclesiástico, Sacristanes mayores de la Catedral y otros sacerdotes. También se encuentran algunos familiares de los arzobispos y obispos, así como otras personas ligadas a la vida del Arzobispado. Finalmente, algunos gobernantes y sus consejales, entre los que destacan Rafael Carrera y José María Reina Barrios, así como el mariscal Serapio Cruz, entre otros.
CRIPTA DE LOS PRELADOS
Esta cripta se encuentra bajo la Sala Capitular, es decir, bajo la Sala del Venerable Cabildo Eclesiástico Metropolitano. En esta cripta se encuentran sepultados dos Arzobispos: Juan Féliz de Villegas (+ 1800) y Rafael de la Vara de la Madrid (+ 1809).
Asimismo otros obispos: Manuel Julián Rodríguez del Barranco (Obispo de Comayagua, + 1819), Manuel Francisco Barrutia Croquer (Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala, + 1874), su hermano José María Barrutia Croquer (Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala, quien consagró la Catedral en 1860, + 1864).
Asimismo, prelados del Cabildo Metropolitano, seis sacerdotes que fueron rectores de la Universidad de San Carlos y otros eclesiásticos. Aquí se encuentra la tumba más antigua, la del canónigo Antonio Alonso Cortés (+ 1796).
CRIPTA BAJO LA NAVE DE LA EPÍSTOLA
En esta cripta se encuentran los restos del Pbro. José María Batres y Náxera, quien fue rector de la Universidad de San Carlos y fungió como gobernador del Arzobispado durante el exilio de Mons. Casaus. Murió en 1838.
También está la tumba del Presidente José María Reina Barrios, quien fuera asesinado en 1898 y, debido a las revueltas populares después de su muerte, no pudo ser sepultado en el Cementerio General como estaba programado, por lo que Mons. Casanova le ofreció la tumba que había preparado para él mismo.
También están aquí los restos de varios familiares de Mons. Casanova, así como las tumbas del escribano Francisco Gavarrete (+ 1884) y el archivero de la curia Justo Gavarrete (+1873).
CRIPTA DE NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO
Se encuentra bajo la capilla que lleva su nombre. En esta cripta también están personajes insignes.
En primer lugar, el gran historiador Pbro. Domingo Juarros, quien fuera Capellán y Sacristán de la Virgen del Socorro. Escribió el "Compendio de la Historia de la Ciudad de Guatemala". Murió en 1821.
También está aquí la tumba del insigne canónigo y doctor Antonio de Larrazábal y Arrivillaga, quien fuera catedrático y rector de la Universidad de San Carlos, diputado y presidente de las Cortes de Cádiz en 1811, párroco de El Sagrario y Dean del Cabildo Eclesiástico. Murió en 1853, después de legar su herencia para la construcción del antiguo altar de mármol de Catedral.
También se puede encontrar aquí al Pbro. Antonio Servín de la Mora, uno de los más grandes misioneros del siglo XIX, que murió en 1877.
Finalmente, se puede observar las tumbas de varios miembros de la familia de don Domingo Juarros, así como las tumbas de la esposa y la hija del Presidente Carrera y varios miembros de la familia Hidalgo.
CRIPTA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
En esta cripta privada se encuentran los restos del arzobispo Ricardo Casanova y Estrada (+ 1913).
Fue uno de los prelados más importantes de su tiempo. Ingresó al seminario después de constatar la persecución que vivía la Iglesia en tiempos de la reforma liberal.
Fue nombrado Arzobispo de Guatemala en 1886 y luego exiliado en 1887. Después de casi 10 años, pudo regresar durante el gobierno de José María Reina Barrios. Trabajó muy duro para organizar la Arquidiócesis de Guatemala.
Publicó un famoso "Ritual del Arzobispado de Guatemala", así como varios tratados de doctrina, pastoral y oratoria. Murió mientras hacía la visita pastoral de la Parroquia de Cantel, Quetzaltenango.
CRIPTA DE SANTIAGO APÓSTOL
En esta cripta descansa el arzobispo Francisco de Paula García Peláez (+1867). Guatemalteco, originario de San Juan Sacatepéquez, Mons. García Peláez fue catedrático de Doctrinas Económicas. Nombrado obispo auxiliar con derecho a sucesión en el tiempo del exilio de Mons. Ramón Casaus y Torres, tomó posesión como arzobispo a la muerte de éste en 1845.
Fue un gran historiador, autor de las "Memorias para la Historia del Antiguo Reino de Guatemala". Escribió también sobre Santiago Apóstol, a quien profesaba especial devoción. En su tiempo, se prosiguieron las obras de la Catedral, que habían sido suspendidas por la expulsión del Arzobispo Casaus.
Fue el único Arzobispo de su tiempo que no fue exiliado del país.
ENTERRAMIENTOS BAJO LA NAVE CENTRAL
Aquí se encuentran dos grandes Arzbispos del siglo XX: Mons. Luis Durou y Suré, originario de Francia. Gran misionero paulino, fue nombrado XIV Arzobispo de Guatemala.
Se le recuerda como un hombre bondadoso, humilde, pobre. Murió en 1938.
También se encuentran aquí los restos del querido y recordado Cardenal Mario Casariego y Acevedo, originario de Oviedo, España, y quien llegó a ser sacerdote somasco con la ayuda de Mons. Mariano Rossell y Arellano.
Fue precisamente escogido para ser el sucesor de Mons. Rossell; elevado a la dignidad cardenalicia, murió en 1983 después de haber visto al Papa Juan Pablo II por primera vez en Guatemala.
También estàn aquí otros prelados. Son ellos el Dr. Francisco Espinoza y Palacios (+1889) y su hermano Manuel Cecilio Espinoza y Palacios (+ 1868), los canónigos Pedro García (+ 1889) y Manuel González (+1894). Todos ellos fueron gobernadores del arzobispado durante el exilio de Mons. Piñol y Aycinena.
Finalmente se puede observar la tumba del Dr. Gonzalo de la Cerda Alejos (+ 1967).
CRIPTA DE LA SACRISTÍA MAYOR.
Está ubicada precisamente bajo la sacristía de la Catedral.
En ella se encuentran sepultados dos arzobispos: Mons. Luis Javier Muñoz y Capurón (quien murió en el exilio en 1927 y fue traido a Guatemala en 1945) y el querido y recientemente fallecido Mons. Próspero Penados del Barrio (único arzobispo que pudo entregar la diócesis a su sucesor, permaneciendo como emérito desde 2001 hasta 2005 cuando murió).
También están varios obispos auxiliares de la Arquidiócesis: Mons. José Rafael González Estrada (+ 1994) y Mons. Luis Mario Martínez de Lejarza (+ 1980).
Particular atención merece la tumba de Mons. Juan José Gerardi Conedera, quien fuera obispo de la Verapaz, posteriormente de Santa Cruz del Quiché y, a su salida de dicha diócesis por causa del conflicto armado interno, auxiliar de la Arquidiócesis de Guatemala. Gran impulsor de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado y el Proyecto Interdiocesano para la recuperación de la memoria histórica del conflicto armado interno, fue brutlmente asesinado el 26 de abril de 1998.
Finalmente se encuentran aquí también los restos de varios prelados, así como los del Presidente Vitalicio Rafael Carrera (+ 1865) y los del Mariscal de Campo Serapio Cruz (+ 1870).
http://www.catedral.org.gt/criptas_de_la_catedral.htmlEn San Juan Sacatepéquez:
Noche de velas, en el cementerio la familia se reúne con candelas en los alrededores de las tumbas.
Además se realiza un ritual maya.
En el día de los muertos se come fiambre y se adornan las tumbas de los muertos.
Además, e coloca un cocido de verduras llamado cabecera, el cual acompañará al muerto en su retorno al más allá.
El día de los santos es una época propicia para establecer contacto con los seres en el más allá.
ORACIONES
Oración por los Fallecidos
Dios de misericordia y de amor,
ponemos en tus manos amorosas a nuestros hermanos.
En esta vida Tú les demostraste tu gran amor;
y ahora que ya están libres de toda preocupación,
concédeles la felicidad y la paz eterna.
Su vida terrena ha terminado ya;
recíbelos ahora en el paraíso,
en donde ya no habrá dolores, ni lágrimas ni penas,
sino únicamente paz y alegría con Jesús, tu Hijo,
y con el Espíritu Santo para Siempre.
Amén
ponemos en tus manos amorosas a nuestros hermanos.
En esta vida Tú les demostraste tu gran amor;
y ahora que ya están libres de toda preocupación,
concédeles la felicidad y la paz eterna.
Su vida terrena ha terminado ya;
recíbelos ahora en el paraíso,
en donde ya no habrá dolores, ni lágrimas ni penas,
sino únicamente paz y alegría con Jesús, tu Hijo,
y con el Espíritu Santo para Siempre.
Amén
Oración por un ser querido Difunto
Dios mío, te has llevado la persona que más amaba en este mundo; pero tú lo has querido así, cúmplase en todo tu santísima voluntad.
El gran consuelo que me queda es la esperanza de que tú la hayas recibido en el seno de tu misericordia, y que te dignarás algún día unirme con él (ella).
Si la entera satisfacción de sus pecados lo(la) detienen aún en las penas sin que haya ido todavía a reunirse contigo, yo te ofrezco por él (ella) todas mis oraciones y buenas obras, principalmente mi resignación ante esta pérdida; haz, Señor, que esta resignación sea entera y digna de ti.
Amén.
Oración por Todos los Difuntos
Dios todopoderoso, por la muerte de Jesucristo, tu Hijo, destruiste nuestra muerte; por su reposo en el sepulcro santificaste las sepulturas y por su gloriosa resurrección nos restituiste la vida a la inmortalidad.
Escucha nuestra oración por aquellos que muertos en Cristo y consepultados en él, anhelan la feliz esperanza de la resurrección.
Concede, Señor de vivos y muertos, a cuantos en la tierra te conocieron por la fe, alabarte sin fin en el cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
GASTRONOMIA
La comida típica de la ocasión es el "fiambre", un platillo emblemático de la conmemoración del Día de Muertos que se degusta una vez al año, es servido en los hogares, fondas y restaurantes.
El "fiambre", también llamado "comida de muertos", es un platillo exclusivo de la gastronomía guatemalteca, elaborado con base en numerosos ingredientes y una mezcla de verduras y embutidos, carnes, quesos y pescado.
Se elabora con jamón, salami, mortadela, salchichas, chorizo extremeño, chorizo negro, butifarra, longaniza, carne prensada, lomo relleno, gallina, queso, además de espárragos, hongos, chile pimiento, aceitunas, alcaparras, cebollas curtidas, zanahorias, remolacha (betabel), ejotes y lechuga, entre otros.
La costumbre de degustar "Fiambre" se remonta a unos 100 años después de la conquista española (1620-1630). El "Fiambre" es "una mezcla de la vida, representada por las verduras, y la muerte, representada en las carnes frías".
Es costumbre, después de comer el fiambre en unión familiar, degustar de los deliciosos postres tradicionales guatemaltecos que se preparan es estas fechas, ya que no podría concluir la celebración del Día de Muertos si no se agasaja al paladar con el exquisito sabor del ayote (un tipo de calabaza) o los sabrosos jocotes y garbanzos en miel.
En Comalapa se prepara el cocimiento hecho a base de elote, güicoy y güisquil hervidos, acompañados de atol de elote y cusha, una bebida embriagante.
Elote, camote y güisquil asados son servidos en San Pedro La Laguna, Sololá.
En Petén, los niños salen por la noche del 31 de octubre a pedir Ixpasá para la calavera. El Ixpasá es una bebida hecha de maíz negro, la cual acompaña los bollos y tamales peteneros.
Se vacían toronjas y se les hace una carita similar a la de las calabazas y adentro se les pone una velita.
También se come dulce de ayote, molletes y jocotes en dulce y, por supuesto, el fiambre.
No importa la variante regional ni el lugar donde se coma, en cualquier parte del país se ofrece al comensal una agradable sensación al paladar que combina vegetales, especias, productos de origen animal y una larga experiencia culinaria que, mientras se prepara o se consume, es una manera de recordar a los seres queridos que han pasado el umbral de la vida.
AYOTE EN DULCE
Ingredientes
1 ayote amarillo o negro, crudo
2 tapas de panela
1 litro de agua fría
5 pimientas gordas machacadas canela en raja
Preparación: Se lava y corta el ayote en pedazos pequeños, con todo y su cáscara. En un recipiente de barro coloca todos los ingredientes y se cocina revolviendo de vez en cuando para evitar que espese. Se puede agregar plátano y jocotes amarillos al gusto.
Se deja hervir durante una hora a fuego medio. Luego ser retira del fuego y se deja enfriar a temperatura ambiente para después refrigerarlo. Se sirve escudillas de barro.
GARBANZOS EN MIEL
Ingredientes
1 libra de garbanzos
1 cucharadita de polvo de hornear
2 litros de agua fría ½ tapa de panela
5 pimientas gordas canela en raja
Preparación Dejar una noche antes el garbanzo en un litro de agua y una cucharada de polvo de hornear, al día siguiente se lava bien y se pone a hervir con nueva agua y tapado a presión, durante 35 a 40 minutos; se deja enfriar sin destapar la olla.
Aproximadamente dos horas después, cuando se ha enfriado, se pela el garbanzo, tratando que no se rompa; se pone nuevamente al fuego con agua hirviendo y se agrega una raja de canela.
Después se agrega la panela y se deja conservar una hora más. Se retira del fuego para que se enfríe al ambiente y luego se refrigera. Se sirve bien frío.
JOCOTES EN MIEL
Ingredientes
50 jocotes amarillos (de temporada)
1 litro de agua fría
½ tapa de panela
5 pimientas gordas canela en raja
Preparación Se ponen a cocer los jocotes con el agua, la pimienta y la canela. Cuando han reventado se agrega la panela y se dejan conservar hasta que la miel espese y todo se enfríe.
Se refrigera para servir frío.
FIAMBRE
Con base en un encurtido de vegetales, diversas carnes y embutidos, el fiambre es una de las mejores expresiones de la tradición guatemalteca, representa la pluriculturalidad y multiculturalidad de nuestra raza.
Los habitantes mesoamericanos aportaron las verduras y los castellanos los embutidos, que a su vez habían tomado de los árabes. Pero la combinación peculiar se efectuó en las cocinas guatemaltecas.
Uno de los rasgos más importantes de esta mezcla es el paralelismo que presenta su integración de diferentes ingredientes, con un sabor definido y característico, con el mestizaje ocurrido en la región guatemalteca.
Muchas sociedades hispano-americanas elaboran platillos especiales para la fiesta de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, pero la guatemalteca es única por la creatividad demostrada en la incorporación de productos tan diferentes al paladar y de orígenes tan diversos que confluyeron en la tierra primaveral de Guatemala.
Thomas Gage, un viajero que visitó Guatemala hacia 1625, ya mencionaba la existencia de un plato frío, muy delicioso por cierto.
Aunque existen referencias de este platillo hacia 1595. A lo largo de tantos años cada región le ha dado un sabor especial y cada hogar le proporciona el toque que le hace memorable y digno de comerse solamente una vez al año.
En la región central del país se come mezclado con remolacha, lo que le da un color morado. En la zona de Quetzaltenango y Quiché se le da un sabor agridulce al mezclársele varios granos, como maíz y cebada, pero no se le pone remolacha.
En la parte de Jalapa, Zacapa y Santa Rosa se le sirve de forma separada o divorciada, que consiste en ofrecer a los comensales en un plato las carnes y en otro las verduras, que parece ser la forma en que se originó el platillo.
La preparación del fiambre es una actividad que une a las familias. Cortar las verduras lleva mucho tiempo, porque generalmente se dejan en cuadros pequeños.
Lo mismo ocurre con las tiras de embutidos, que deben ser largas y delgadas. Por lo que entre más familia se reúna, mejor.
Entre las variantes se incluyen otras carnes, como la lengua salitrada, de res, y algunas recetas contienen sardinas y otros productos del mar; se sirve con pan o solo.
Lo que definitivamente le da un toque inolvidable al fiambre es la compañía de los seres amados, vivos o difuntos.
Receta de Fiambre Tradicional
Ingredientes
12 remolachas
10 zanahorias
1 repollo mediano
2 coliflores
6 cebollitas tiernas con tallo
1 tallo de apio
1 chile pimiento pequeño
2 libras de arvejas pequeñas
2 libras de ejote
1 libra de habas peladas
1 docena de rabanos
½ cebolla
½ libra de repollitos de bruselas
½ docena de salchichas de pavo
½ docena de salchichas de pollo
1 pollo entero
1 libra de jamón de pavo
1 libra de jamón de pollo
1 libra de jamón de cerdo
1 libra de salchichón
1 libra de mortadela
1 libra de salami
1 libra de butifarras
1 libra de copetín
1 libra de longanizas
1 libra de chorizo salitrado
1 libra de chorizo colorado
1 libra de chorizo negro
1 lata de espárragos
1 lata de alcaparras
1 lata de chiles morrones
1 lata de aceitunas negras
1 lata de aceitunas rellenas
1 frasco de cebollitas encurtidas
1 frasco de palmitos
1 frasco de elotitos tiernos
1 frasco de pacayas tiernas
1 queso de capas en tiras
1 libra de queso de Zacapa rayado
1 libra de queso craft
1 libra de queso americano blanco
1 pedacito de jengibre fresco pelado
1 cucharada de mostaza preparada
½ cucharadita de mostaza en polvo
¼ cucharadita de pimienta blanca
½ cucharadita de pimienta negra
3 hojitas de laurel
3 ramitas de tomillo
1 lechuga extranjera
1 manojo de perejil picado
1 botella de vinagre
1 botella de aceite de oliva
4 huevos duros cortados en rodajas
Sal al gusto
Preparación: Un día antes de preparar el fiambre tradicional se prepara el curtido. Se desinfecta, pela, cuece y corta en cuadritos toda la verdura.
En una olla grande (mejor si es de barro) se juntan todas las verduras incluyendo las habas y arvejas, todo bien escurrido. Se agrega el vinagre, aceite de oliva, sal y pimienta y se remueve constantemente con una paleta de madera.
Se deja reposar toda la noche para que la verdura se curta. El día de la preparación, o sea el 1 de noviembre, se cuece el pollo entero en un litro de agua con el tallo de apio, la media cebolla, el chile pimiento y sal.
Luego de cocido se deja enfriar y se desmenuza. En el caldo de pollo ya desgrasado se cuecen por separado cada uno de los embutidos, al estar ya cocidos se pelan, se enfrían y se cortan en rodajas delgadas.
Los jamones (sin cocerlos) se proceden a cortarlos en tiras largas. De igual forma el salchichón, salami y mortadela se cortan en rodajas. Las alcaparras se colocan en agua para remover un poco la sal.
Para el caldillo se utiliza la mayor cantidad de vinagre posible del curtido el cual se licua junto con la mostaza, el jengibre, la pimienta negra y la blanca, las cebollas con tallo, el caldo de pollo y el agua de los espárragos.
Se cuela en un recipiente aparte desechando los sólidos. Se mezcla bien y se sazona con sal.
Se agregan los embutidos y el pollo al curtido de verduras junto con las aceitunas, alcaparras y cebollitas curtidas. Se mezcla bien a modo de integrar todos los ingredientes y procurando no romper ni las verduras ni las carnes.
Para culminar, se baña con el caldillo toda la superficie del fiambre y se mezcla por última vez. Para la presentación en los platos se decora al fondo con hojas de lechuga extranjera, luego el fiambre se sirve en cantidades generosas y encima se decora con tiras de chile chamborote, espárragos, palmitos, pacaya, queso craft y americano, rodajas de huevo duro y rabanitos cortados en forma de flor.
Por último se espolvorea el queso duro de Zacapa y se refrigera inmediatamente hasta el momento de comerlo.
Para acompañarlo se puede preparar una rica horchata de arroz y canela, o bien darle un toque más sofisticado y acompañarlo de un vino blanco bien frío.
http://guatemalainmortal.blogspot.com/2010/10/fiambre-familia-y-tradicion.html
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